Me parecería de lo más
mediocre y ordinario empezar haciendo alusión a una fecha y al tiempo que le acompañaba, pero creo que una niebla cerrada, casi opaca, con sus
respectivos 9 grados a doce de abril, es digna de mención. Así que tengo la
nevera completamente vacía y ninguna intención de ir a comprar. Siempre se
puede sobrevivir, como mínimo, hasta el día siguiente.
No pienso moverme de
aquí. Tengo la maleta tirada y abierta en suelo, la cama deshecha y una taza con
posos de café a mi izquierda.
Está sonando Michael Jackson en Spotify. Hace
unos meses, tantos como tiempo llevo sin aparecer aquí, creé una playlist nueva.
Vamos a ser sinceros: abrirse
en canal siempre gusta; al morbo de la debilidad de cualquiera
que no seas tú mismo es difícil resistirse.
Estaban siendo unos días
de mierda a todos los niveles posibles; desde lo personal, en términos de una
crisis existencial que fue desde la peor de las resacas hasta la madrugada del
sábado siguiente, hasta lo más nimio y banal. 'Como el tiempo', me atreví a pensar. Tengo que decir
que, después de aquella temporada, no creo volver a infravalorarlo con la misma
osadía.
Llevábamos días sin ver
el sol. Personalmente, el gris me tenía consumida en cuerpo y alma. Me
preocupaba bastante poco el moreno veraniego, menos en diciembre, pero cuando hablamos de prácticamente ninguna hora
de sol en todo el invierno, la cosa cambia. No obstante lo cual, con el poco ánimo que
tenía aquellos días, un arrebato de cambio quiso brindarme algo de luz. Empecé
a reunir canciones que, por una razón o por otra, siempre conseguían ponerme de
buen humor. No importaba el estilo o el idioma, era simplemente el sentimiento
que generaban en mí; derivando en emociones cada vez más duraderas. Una terapia repentina y casi absurda, pero
tremendamente eficaz. Llamé a dicha lista ''it’s raining men''. Qué le voy a hacer,
siempre he tenido ese humor estúpido.
Hoy es uno de esos días. Raros, en los que sientes que todo está siendo un punto de inflexión, o al menos cambio.
A veces me cuesta adaptarme a él. Sobre todo cuando, llegado el momento de
recoger los frutos del último esfuerzo por fundirme con ese entorno, tengo que
volver a volar. Es una putada que no pueda usar Spotify en los aviones,
probablemente se me haría mucho más llevadero con Queen o Eric
Clapton bramando melodías.También (muy) probablemente esto no pasaría si pagase la versión Premium, pero cómo luchar contra la sutil debilidad por la queja fácil que siempre he tenido.
He vuelto. El proceso de
adaptación sigue su curso. Las etapas llegan y pasan y, muy en mi interior, en
lo más recóndito de mis adentros y por mucho que me lamente por tener que
volver a alterar la rutina; no quiero que termine.
Va a ser difícil reaparecer para quedarme cuando, la persona que se fue, no tiene nada que ver con la que vuelve.