La falta de costumbre nunca
fue buena aliada. El no estar familiarizado con una determinada sensación, e incluso emoción, nos lleva a sentir miedo, vulnerabilidad y la necesidad de
estar arropado por los nuestros. Cuando, por circunstancias, no cuentas con
nada de eso, te ves rodeado por dos alternativas de salida: tirar la toalla;
dejando que te ahogue y te consuma con ello, o sacar fuerzas de flaqueza y
vencer. (Y por tanto, también crecer). Siempre me ha dado cierto reparo publicar lo que escribo, ya que no deja de suponer abrirse en canal y
compartir, con todo el que se preste a leer, lo que baila en mi cabeza. Nunca se escribe si no hay una razón de más o
menos peso detrás, que evidentemente no tiene por qué ser siempre negativa.
El mundo emocional es tan amplio como incierto. En mi intento por comprenderlo,
llevo meses lidiando con sensaciones que jamás pensé que viviría, algunas más
agradables que otras. Aún con todo, el aprendizaje que estoy sacando de todo
ello no me deja más opción que alegrarme por el balance positivo obtenido hasta ahora,
aunque por el camino haya derramado lágrimas y sentido que necesitaba el calor
que sólo un hogar puede proporcionar. Todos tenemos miedo. No a las mismas
cosas, no con la misma intensidad; pero absolutamente todos lo hemos
experimentado en más de una ocasión. No estoy intentando más que decirle a mi
yo futuro que las cosas, tal como vienen, se van; la resaca, la tristeza por
una despedida amarga, la alegría infinita por ver que el esfuerzo se ha visto
reflejado en más de un 10/20 o el cariño que se ha ido afianzando desde el
pasado septiembre. El cansancio acumulado, la vergüenza al pensar cómo
estaré pronunciando cualquier anglicismo o la sensación de inexperiencia con
que aterricé en un país desconocido hasta entonces. También la rabia, la impotencia, la decepción al comprobar el efecto del paso del tiempo.
El vértigo al pensar que
no eres ni la sombra de la persona que viajó un jueves soleado de otoño. Verte convertida en alguien aún más capaz, más
independiente, más segura, más fuerte que ayer. Y el saber que aún queda mucho
camino por recorrer.
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